2.20.2016

Silly Love Songs - Moulin Rouge

Hace ya unos días, en efecto de una inevitable procrastinación y de un letargo dominguero, me puse a revisar las películas de segunda mano que había adquirido en CeX; un outlet de tecnología ubicado en el epicentro de Madrid a unas cuantas cuadras de Sol. Dentro de las 5 ediciones especiales (Coleccionistas) que pude adquirir a casi precio de remate, se encontraba Moulin Rouge: una pelicula de Baz Luhrmann que habia sido estrenada en el 2001. Protagonizada por Nicole Kidman e Ewan McGregor, el musical nos adentra en la Paris del siglo XIX, muy kitsch y bastante pretenciosa en sus formas. Una miniaturarización de los elementos mas representativos de la cultura parisiense se nos presentan en un formato conmovedor, asequible a la interacción entre personaje y "cosa" y más asequible aun a la perspectiva del observador que visualiza la ciudad en su totalidad, con total libertad.

No puedo imaginarme otra manera más cruda y contemporánea de contextualizar la historia que poniendo el siguiente ejemplo: ir a un prostíbulo con tus colegas y enamorarte de la puta mas linda del local. Como quien no quiere la cosa, tus colegas se dan cuenta de la cojudez de la que eres participe y hacen una colecta para, que por fín, joven romántico y huevon, te conviertas en un hombre. En fin, se nota que la has cagado y que no hay vuelta atras.

Por ello, el ejemplo tan didáctico que hemos dado lineas atrás, nos muestran dos concepciones totalmente distintas de una idea tan abstracta, a la ves que cotidiana, como es el amor. "El amor surge cuando menos te lo esperas". Ya hemos trillado tantas veces esta frase que se nos hace cancina en su uso y agota todas las formas de amar que podemos concebir en nuestro subconsciente colectivo. Que soy mayor o menor que ella, que somos de distintas clases sociales, que ella es de derechas y yo de izquierdas, que ella es vegana y yo un gordito comelón, que ella es bailarina de cabaret y yo escritor. En fin, que no parece ser que encajemos en un idílico futuro. Sin embargo, Satine (Kidman) y Christian (McGregor) nos cantan una historia en la que éstos prejuicios; donde se nos exige correspondencias matemáticas tan exactas que se desvanecen entre canción y canción, hacen posible el encuentro que ya a estas instancias creíamos imposible.

De este modo, Moulin Rouge es un musical transgresor en todas sus formas y desde el inicio incita esa fibra sensible de emociones y sensaciones que no necesita de contenido para exaltarnos y hacernos brincar de la silla entonando canciones que han marcado tantas épocas en la historia de la música y que, queramos o no, están en nuestro ideario musical sin más. 

No obstante, la idea inicial de este post había sido la de explicar o resaltar una escena en particular de la pelicula: "Silly Love Songs". No me voy a detener en esta tarea y por tanto dejare el vídeo abajo para que, aquellos melómanos y cinéfilos de la vida, disfruten de esta escena tanto como yo lo hice la primera vez que la ví. Ahora, pregunto ¿Quien no se ha imaginado, alguna vez, tratar de entablar una conversación con frases u oraciones con todo el repertorio musical que conoces?





3.10.2015

No hay finales escritos

La historias que íbamos escribiendo se entrelazaban sin querer, los personajes que creábamos eran idénticos y sus maneras eran casi las nuestras.

Lo sabemos: no hay ficción sin realidad. No hay realidad que pretenda ser ficción. No hay ilusión sin mentira, o quizá, no hay verdad. 

La vida se camufla y se disfraza de nuestras ideas. 

El futuro se viste de seda, de esa fragilidad de que estan hecha nuestras promesas. 

Y retomamos lo que algún día se inicio con un simple: "Hola" y que siguió, al instante con un: "te quiero" involuntario. Un te quiero de verdad: de esos que no se dicen. El silencio lo inventamos para ser cómplices del amargo son de ese te quiero que no suena pero resuena y resuena por siempre en ese futuro que se viste de seda y no conoce otras formas.

No conocemos otras historia, no pretendemos inventar otras. Quizá, la única manera de conocer un final sea pasar página hasta que no hayan más. Cerrar el libro. Vivir la vida

3.07.2015

...

Los alumnos recogían cuadernos, alistaban maletas y esperaban un “eso es todo” para recorrer los pasillos de la facultad a toda prisa, como si de esos segundos perdidos dependiera la diversión de un fin de semana largo que se asomaba. Yo, más bien, me quedaba siempre perplejo frente al pizarrón, intentando entender las últimas anotaciones que el profesor iba dejando cada clase como sí se tratase de algún secreto a voces que nadie estaba dispuesto a escuchar. La tarde se hacía cada vez más otoñal y el grisáceo color de las veredas se iba cubriendo de una manta naranja de hojas de arce que se distendía discontinuamente por las calles de la ciudad. El lienzo transparente ya dejaba de ser un mero trabajo abstracto y empezaba a redibujarse. Amigos de turno que comentaban la salida del fin de semana y entendían que la diversión era motivo central del vivir a tan corta edad. Yo no lo veía de esa manera. Yo más bien había dejado todo listo ya durante la semana (obligaciones entrantes, tareas anticipadas y examenes por venir) para que al llegar a casa no me esperase nada ni nadie. Evitaba hasta al perro -si, un beagle de esos que no se calman ni queriendo-. Eran los viernes por las noches los predilectos para acudir al pequeño cine que se atinaba en la esquina central del barrio. Era el único atractivo del pueblucho y por más que yo insistia en que era saludable para la juventud que ese lugar sea el único lugar de ocio, ellos optaban por acudir a pueblos cercanos en busca de fiesta y diversión. Así, termine por ver cada pelicula de las 3 que ponían semanalmente. Solían ser peliculas que ya habían sido retiradas de las grandes salas hace 1 mes y que eran facilmente ubicables por internet